Desde pequeña he sido curiosa, y quizás esa fue una de las razones por las que emprendí el viaje de las ciencias. Estudié una carrera de ciencias de la salud, sin embargo mi carrera laboral la he desempeñado en el campo de la investigación científica, rumbo a la “cura del cáncer”. Como en todo viaje, ha habido algunos cambios pero no muy lejanos a esta realidad. Sobre esto, ya les contaré más adelante.
Durante este camino, mi curiosidad no estaba tranquila solo con las ciencias, pues siempre he sentido una atracción por las disciplinas “contrarias” a las ciencias exactas: las humanidades, las letras y el arte en sus distintas expresiones. Me encanta ir a museos, exposiciones de grandes artistas o artistas emergentes, de fotografías, de música, de teatro, de todas las posibilidades artísticas que puedan brindar una experiencia y/o conocimientos. Por supuesto, también he sido influenciada, cautivada e impregnada por los saberes de mis redes de amigas y amigos; rodeada de arte, cine, teatro, música, danza, todo eso que hoy en día muchas instituciones e incluso en ministerios gubernamentales las engloban como “cultura”, separándolas de la ciencia.
Este separatismo lo vemos socialmente. Nos han inculcado que lo creativo esta vinculado con lo artístico, y que lo científico al responder a un método científico riguroso, está muy lejos de la disrupción que se ve en lo artístico. Pero la ciencia también es eso. La disrupción científica ha sido clave en los avances científicos. Recordemos a Galileo Galilei rompiendo con la idea de que la tierra era el centro del sistema solar y hoy en día con la Pandemia de la Covid-19, estamos viviendo ese caos que también existe en la “cultura tecnocientífica” y que de alguna u otra forma se había opacado en los medios de comunicación. Entonces, ¿Por qué hemos de separar la ciencia de la “cultura”?
“Las formas de trabajo educativo que representan este modelo impiden que el término “cultura” se amplifique en una concepción propia del ser humano que se configura a partir de todas las dimensiones del conocimiento”
Francisco Serón, “Arte, ciencia, tecnología y sociedad (ACTS). Un enfoque para la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias en un contexto artístico”, 2017
La Real Academia Española define la cultura como “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc”. Somos seres integrales inmersos en una gran cultura, creativa y científica. Nuestros conocimientos se construyen a partir de esta gran cultura y por lo tanto desde la educación esto debería implementarse. Francisco Serón lo describe muy bien en su artículo “Arte, ciencia, tecnología y sociedad (ACTS). Un enfoque para la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias en un contexto artístico”, dónde indica que la incorporaciones de variables artística/estética y visual nos llevará a definir que el enfoque ACTS no sólo trabaja en el desarrollo de competencias tecnocientíficas en el debate social, sino que aporta otras miradas en la búsqueda de soluciones a los grandes problemas de la humanidad.
Este enfoque que cuestiona la “cultura moderna” y vuelve a unir el arte y la ciencia, propició que mi viaje, como conté inicialmente, se desviara levemente. Durante mi carrera científica descubrí que más allá de aportar con la “cura del cáncer” (hay científicas y científicos excelentes trabajando en ello), mi aporte social podría ser a través de la comunicación de las ciencias desde la multi, inter y transdisciplinariedad, con un enfásis en la fusión de Arte y Ciencia.
Guíada por mi formación profesional de ciencia de la salud, mi experiencia en la investigación científica-médica y mis claros intereses en las distintas expresiones artísticas, decidí realizar para mi proyecto final de máster una propuesta de exposición museográfica sobre los distintos procesos que se llevan a cabo en la investigación y desarrollo de nuevos fármacos y/o vacunas. En la propuesta planteo el uso de diferentes recursos expográficos, desde diseño gráfico, arquitectónico, programaciones, ilustraciones, audiovisuales, entre otras; considerando eventualmente su desarrollo e implementación gracias a un equipo multidisciplinar y con una cosmovisión como ya he retratado aquí. La exposición la he titulado “De molécula a médicamento: El largo viaje de un nuevo fármaco” y espero prontamente poder llevarla a cabo.
Como he mencionado, mi interés por la fusión de arte y ciencia es parte de mi entorno y diario vivir, y así también ha sido mi curiosidad por conocer y descubrir a artistas-científicos/as que aúnan sus pasiones y expertises para trasladar el conocimiento y/o sus inquietudes a través de la interculturalidad. Un ejemplo de esto es el trabajo que han estado haciendo en “Con-Ciencia-Con-Arte” quienes recientemente lanzaron “Vidas líquidas: la palabra de la lengua”, una exposición que a través del arte plástico, la neurociencia y la lingüística clínica ilustran el desequilibrio comunicativo que conlleva la enfermedad del Alzheimer; Y “Musicómica”, un proyecto que aproxima conceptos básicos de biología molecular y genética a través de la música y las artes visuales.
No puedo tampoco dejar de mencionar el trabajo colaborativo que realizan en Surátomica, quienes promueven nuevas formas de diálogo entre las diversas áreas del conocimiento, abriendo espacios de creación y experimentación para fortalecer la reflexión sobre la ciencia, la sociedad y su organización. Así pude evidenciarlo durante mi participación durante el 1er festival de la Red Suratómica y tuve el agrado de conocer el trabajo de diversos artistas y científicos; y QuoArtis, quienes generan conexiones entre el arte, la ciencia y la tecnología a través de la organización y producción de exposiciones, conferencias, expediciones, talleres, etc. Recientemente han anunciado a los ganadores de su primera edición de premios Quo Artis para la producción de una exposión.
Hace casi un año publique el artículo “Arte+Ciencia, disciplinas cómplices en la divulgación científica” donde expongo a diferentes referentes de arte y ciencia tanto en Chile como en España. Hoy, el listado de referentes es aún más amplio e inspirador. Algo que me hace pensar que estamos más cerca de entender que la ciencia y arte no son antagónicos y que la sinergia de las distintas disciplinas podrían aportar mucho más de lo que imaginamos.
Para finalizar cito un fragmento del libro de Ignacio Nieto y Marcelo Velazco “Ciencia Abierta: Singularidad e irrupción en las fronteras de la práctica artística” dónde abordan el trabajo realizado por artistas que utilizan metodologías científicas para la producción de sus obras:
“La relación entre arte y ciencia, es un arte que crea conciencia pública sobre las prácticas de la ciencia, presenta resultados científicos, trabaja muchos formas de poética, posee una estética de trabajo científico, puede innovar en la producción científica y es una aproximación al desarrollo del conocimiento”.
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