“La musique aux Tuileries”, Eduard Manet, 1862

 

En economía, se conoce como «curva de Le Nôtre» a aquella línea que, ubicada sobre un eje temporal, describe primero un trazo ligeramente ascendente y luego convierte el ascenso en una recta casi vertical hasta alcanzar un pico, desde donde desciende a tierra en forma brusca.

Este tipo de trazado obtiene su nombre de la tradicional familia de jardineros franceses iniciada por Jean Le Nôtre, quien fuera jardinero de Luis XIII. Su hijo André lo sucedió en esa ocupación, y fue responsable del diseño de los jardines de Versalles, y también de la modernización de los del Palacio Real de Fontainebleau, de la creación de los del palacio Vaux-le-Vicomte, del diseño de los de Greenwich para Carlos II de Inglaterra, de la transformación de los del palacio de Chantilly, de la renovación de los del palacio de Saint-Germain-en-Laye, de la preparación y el cuidado de los del castillo de Saint-Cloud, del embellecimiento de los de las Tullerías, de la reforma de los del palacio de Sceaux, de la concepción de los del palacio Racconigi en Italia. Además, rehízo los de Venaria Reale, también en Italia. Intervino en la reforma de los jardines del Château de Meudon y envió sus instrucciones, por carta, para los de los palacios de Charlottenburg y del castillo Wilhelmshöhe, en Kassel, Alemania.

 

Vue des cascades du Trianon, à Versailles

Como se podrá apreciar, la fama de André Le Nôtre le generó tal cantidad de pedidos en Francia y en el extranjero que resultó natural que sus hijos y otros familiares se incorporaran a su equipo de trabajo. A partir de 1760, la crisis en las finanzas reales obligó a recortar el presupuesto destinado a la creación y mantenimiento de paseos y jardines. Como forma de compensación, los monarcas le permitieron a la familia Le Nôtre aceptar encargos particulares a condición de que sus nuevos contratantes ostentaran algún título nobiliario. La señal era clara. Los diseños de los jardineros reales no podían ser para cualquiera. La ampliación de las posibilidades de negocio multiplicó los requerimientos para la familia de jardineros, que se vieron obligados a reclutar más empleados y a derivar a terceros algunos de los emprendimientos futuros. Pronto, no solamente en París sino en toda Francia se generó una verdadera competencia entre los nobles, que pugnaban por tener en su jardín un diseño del jardinero real. De ahí viene la célebre frase «Qui ne veut pas sa propre Versailles?», que traducimos como “¿Quién no quiere su propio Versalles?” y que ha llegado hasta nuestros días para expresar la natural tendencia a lo que es de buena calidad o de buen gusto.

La explosión de pedidos repercutió en la calidad de respuesta de los Le Nôtre. Se observó una menor originalidad y esmero en los diseños, algunos incumplimientos y, a la vez, para sacar ventaja de su situación dominante en el negocio, una marcada subida de sus honorarios.

Algunos años más tarde, en 1789, estalló la Revolución francesa y una nueva mirada alcanzó a todo lo que estuviera vinculado de alguna manera con la monarquía. Las corrientes de pensamiento que se impusieron situaron al hombre y su libertad en el centro de la escena. El lujo y el boato se convirtieron en vicios repudiables. Los títulos nobiliarios fueron abolidos, los privilegios suprimidos. Algunos aristócratas fueron decapitados y la mayoría llegaron al extremo de quedarse sin sus sirvientes.

 

Habit de jardinier

Como consecuencia de toda esa situación, la nueva moda en Francia fue atender el propio jardín; quedó reflejada en la frase popular, que ha llegado hasta nuestros días, «prendre soin de son propre jardin», que traducimos como «Atiende tu propio jardín» y que se usa para decir “Mejor preocúpate de tus propios asuntos”.

Es entonces cuando finaliza la actividad comercial de los Le Nôtre. La curva refleja la primera parte ascendente, en los inicios de Jean en las Tullerías. Continúa ascendiendo ligeramente en tanto su hijo André recibe pedidos para nuevos jardines reales y de reinos vecinos. Luego el trazado sube en forma vertiginosa cuando se les permite recibir encargos de personas con títulos nobiliarios y de pronto cae en picado, en un aterrizaje forzoso.

Algunas teorías consideran la Revolución francesa como un cisne negro, es decir, un episodio que se da en forma aislada, y que es muy difícil que pueda repetirse. Esas teorías dicen que la Revolución Francesa y el cambio de paradigma político es el cisne negro que acabó con los Le Nôtre. Otros, en cambio, sostenemos que la pérdida de la excelencia y los honorarios elevados, sumados a las nuevas tecnologías, como las mangueras de riego y las regaderas con flor en el pico, llevaron a la aparición de competidores cualificados y menos costosos que terminarían conduciendo a los antiguos jardineros reales a la ruina.

Aunque no podamos encontrar una respuesta común a sus causas, lo cierto es que la curva Le Nôtre responde, sí, a ese trazado de ascenso ligero, luego muy marcado, y finalmente descenso muy brusco.

Ese tipo de curva se repitió más tarde en innumerables sectores: por ejemplo, y, en forma reciente, en el de la telefonía pública. Ese sector tuvo un desarrollo lento y sostenido, hasta que la necesidad de estar permanentemente conectado y las nuevas tecnologías para el cableado permitieron un ascenso brusco del rendimiento cuyo pico fue la aparición de oficinas con varios teléfonos públicos denominadas «telecentros». Ese ascenso finalizó con el desarrollo de la telefonía móvil, que permitió la conectividad de una parte mayoritaria de la población. Ascenso lento, luego sostenido, y caída abrupta.

La explicación acerca de la curva de Le Nôtre viene a cuento de que varios sectores económicos sufrirán, en el caso de una invasión zombi, comportamientos idénticos a los que se ven en ese dibujo, por lo que más de una vez deberemos remitir a esa imagen y es necesario que el lector esté familiarizado con ella.

The war of the worlds, Stephen Spielberg, 2005

Materias primas

La demanda de materias primas no sufrirá una aceleración significativa, excepto en la primera etapa, apenas declarada la invasión. En ese momento puede preverse un incremento de los precios en razón de que se producirán compras por volúmenes superiores a lo usual con el objeto de acopiar existencias que pudieran faltar en el futuro. Sin embargo, el zombi no plantea un ataque inteligente o esmerado para deteriorar los sembradíos, los yacimientos minerales, las plantas energéticas o las provisiones de petróleo, razón por la cual esos sectores pueden verse favorecidos en principio por el mayor consumo. Aclaramos que es en principio, dado que, según avance la invasión, la demanda de esos productos disminuirá, ya que los zombis no manejan automóviles, ni utilizan aparatos que requieran energía eléctrica, y ni siquiera disfrutan del alumbrado público.

 

Defensa

La industria armamentista sufrirá una demanda inusual, pero deberá reconvertir su producción. La amenaza zombi no se combate desde el aire o con equipos acorazados sino hombre a hombre. La provisión deberá consistir en armas con punta y filo, largas pero no tanto como para que se hagan difíciles de manejar. Cuchillos, picas, hachas, o los antiguos manguales de una sola bola, todos ellos son eficaces. Acaso más que las armas de fuego. Y necesitan menos puntería. Por otro lado, disminuyen la posibilidad de errar el disparo y herir a un ser humano con vida que no se lo merezca. Si la reconversión es exitosa, será un sector a tener muy en cuenta a la hora de invertir.

 

Industria farmacéutica

Está previsto que la industria farmacéutica tenga un importante desarrollo. En principio las invasiones generan heridos y los éxodos masivos conllevan mermas en los estándares de higiene personal. Equipos de detección para el control de la infección, los kits para averiguar el grupo sanguíneo y ADN tan importantes a la hora de encontrar niños perdidos entre las multitudes: todo ese tipo de productos serán sumamente requeridos. Es de esperar un considerable flujo de dinero destinado a la investigación de tratamientos para combatir el virus que produce la infección (eso ya está sucediendo) y un creciente interés de los Estados por hacerse con existencias de mercadería disponible para que un eventual ataque no los tome desprevenidos.

 

Aviación aerocomercial

Uno de los mejores ejemplos de aplicación de la curva de Le Nôtre. La primera reacción será la de volar lo más lejos posible, con el consiguiente aumento de la demanda de pasajes. Esa intención de escapar puede determinar la expansión de la enfermedad. Luego, la noticia de que un avión aterriza con el último galón de gasolina en una isla completamente infectada, o la transformación de un pasajero en zombi en pleno vuelo, desalentarán completamente de la compra de pasajes. Serán en vano los controles aeroportuarios o las publicidades con paisajes paradisíacos. La industria aerocomercial habrá terminado.

 

Telecomunicaciones y medios de comunicación

Una avalancha de noticias llevará casi al colapso a las habituales programaciones. Más tarde, como sucede con otros casos, las audiencias tomarán las tragedias con cierta naturalidad hasta cansarse de las malas noticias. En cuanto a los periódicos, los problemas de distribución impedirán su normal circulación, por lo que seguirán languideciendo y perdiendo lectores, por la falta de llegada y el paulatino desinterés del público. Recordemos aquí que los zombis no poseen capacidad lectora ni son buenos en comprensión de textos, ergo, por lo general se encuentran desinformados sin que ello constituya una fuente de especial preocupación.

E.T, Steven Spielberg, 1982

Editoriales

El temor a los cortes de energía eléctrica y la falta de estaciones para cargar celulares y tabletas en plena huida pueden favorecer un resurgimiento de la lectura del libro en papel. Libros de autoayuda, de espiritualidad, mapas de carretera, guías para turistas o científicos o libros explicativos como este mismo que tienes entre manos están destinados a picar en punta en las preferencias de los lectores. Es buen momento para ajustar costos: es probable que los planteles de trabajadores disminuyan por efecto de los mismos ataques, con el consiguiente ahorro de indemnizaciones o pagos por retiros voluntarios. El desafío es encontrar una manera eficaz de asumir la distribución de los títulos adecuados. El resto es todo ganancia.

 

Contratistas de obra pública

Grandes ganadores en caso de invasión. Se propondrán obras que dificulten el avance zombi, cambios estratégicos en la circulación por avenidas y paseos, paredones que impidan avanzar o ingresar a lugares donde no haya infectados, laboratorios fortificados donde se experimenten vacunas y otras drogas. En general no habrá tiempo para aprobar presupuestos y podrán abultarse los cálculos en beneficio de contratantes o contratados. Todo esto sin límite de tiempo ni de recursos, dada la urgencia y la importancia de las tareas encargadas. Las acciones de las contratistas del estado están destinadas a ser las estrellas de cualquier cartera de inversión de estrategia agresiva.

 

Inmobiliaria

Totalmente paralizada. Sin préstamos disponibles, el mercado se manejará con constantes reevaluaciones a la baja, sin encontrar piso para ningún tipo de operación en ningún segmento.

 

Automotrices

Primero se verá un incremento en las compras, rápido y furioso, pero enseguida colapsarán las carreteras y se producirá una bajada abrupta de la actividad. Otra curva de Le Nôtre. Aquí habrá que considerar además una pésima noticia para el sector, que es la reticencia de las automotrices a vender en cuotas y de los bancos a ofrecer préstamos.

 

El sector financiero

La tendencia general a dejar el acopio de dinero en metálico en poder de los bancos se mantendría inalterable en el caso de una invasión zombi. Es curioso que el hombre confíe más en una institución que muchas veces le guarda su dinero en lugares remotos y desconocidos, volviéndolo inexpugnable para su propio dueño, que en su capacidad de defender el patrimonio en alguna guarida cercana.

La invasión supone desplazamientos geográficos, huidas repentinas o permanecer en escondites por tiempos prolongados, por lo que no se aconseja cargar con dinero, valores o cheques de viajero. En este caso la confianza en los bancos está justificada. Recordemos que los zombis no tienen capacidad para operar en cajeros automáticos o sistemas de cuentas bancarias con acceso remoto.

Hay una pregunta recurrente respecto a qué pasaría si un ataque zombi se desencadenara en medio de una sesión bursátil en Wall Street o en el edificio del Mercado de Cereales de Chicago. Hay que recordar que ya no estamos en 1990. Hoy día, gran parte de las acciones y los bonos se operan a distancia por páginas web. Todavía pueden encontrarse operadores en esos edificios emblemáticos del capitalismo, y debemos admitir que la idea de algunos zombis persiguiendo a seres humanos con el objeto de arrebatarles lo más preciado es inquietante, pero en realidad no es nada que no hayamos visto suceder con anterioridad en esos edificios.

El sector de los seguros de vida seguiría la tendencia de la curva de Le Nôtre, con un aluvión de contratos y pagos de primas. Claro que al momento de pagar la póliza contratada es muy posible que la compañía no solamente exija la partida de defunción como primer requisito, sino que también pida una autopsia del cadáver del asegurado. Si se trata de una persona infectada que se ha convertido en no muerto y anda deambulando vaya a saber por dónde, será imposible practicar esa autopsia, y por lo tanto es muy probable que la aseguradora, con ese pretexto, difiera la resolución del reclamo hasta tanto se pueda cumplir con ese requisito.

En un mediano plazo, es lógico inferir que la tendencia a contratar seguros de vida se interrumpirá.

Un tecnicismo podría jugar a favor de las empresas encargadas de jubilaciones privadas y planes de pensión, que podrán ampararse en el argumento de que el zombi está técnicamente fallecido y por ende no corresponde abonarle la pensión. En tanto en cuanto esos rechazos se generalicen, es muy probable que encontremos una resistencia general a seguir con los aportes y contribuciones destinados al sistema jubilatorio.

Es por eso que el agente de inversiones debe estar atento. El sector tiene un potencial enorme pero muy limitado en el tiempo. Conviene ejecutar una orden de venta anticipando la llegada al pico, aunque no se aproveche todo el recorrido alcista porque un poco tarde, en este caso, es demasiado.

 

World War Z, Mark Foster, 2013

 

Roberto Gárriz es el autor de Todo lo que hay que saber acerca de los zombis (ed. Anagrama y Libros del Zorzal) ilustrado por Camille Vannier.