HERSTORY es una iniciativa de la Facultat d’Humanitats de la UPF, guiada por la profesora Tamara Djermanovic. Está coordinada por la escritora y especialista en género Mª Ángeles Cabré, y en esta primera fase ha contado con la colaboración de la profesora Rosa Cerarols y de las estudiantes Giorgia Capiotto, Maria Fernández, Thomai Gkiata y Ada Morillo (Global Studies-UPF). HERSTORY Quiere ser un proyecto en expansión.
¿Fueron REBELDES Marguerite Yourcenar, Maria Zambrano, Margarita Salas, Marina Abramović o Kaija Saariaho? Esta página está dedicada a cinco figuras inspiradoras que nos cuentan cómo, desde la desobediencia y la rebeldía, se consiguen grandes metas. Ya sea en las letras o en la ciencia, en la música o en el arte.
Marina Abramović (cirílico: Марина Абрамовић) nació el 30 de noviembre de 1946 en Belgrado (Yugoslavia) en el seno de una rica familia judía. La reconocida artista serbia ha dedicado su vida al arte conceptual y a la performance explorando a través del arte el cuerpo, el feminismo, los límites, la resistencia y el comportamiento humano. En 1965 comenzó a estudiar pintura en la Academia de Bellas Artes de Belgrado. Después de graduarse se marchó a Zagreb y en 1972 completó en Croacia sus estudios de posgrado en la Academia de Bellas Artes. Pronto comenzó a experimentar con diferentes proyectos en el Studentski Kulturni Centar (SKC) e hizo una de sus primeras actuaciones famosas, “Rhythm 10”, actuando con una percepción del cuerpo como sujeto y como medio, una exploración espiritual en la que trabajaría durante décadas.
Realizando actuaciones de alto riesgo físico, se hizo famosa especialmente por su trabajo con el artista alemán Ulay, a quien conoció en 1975 cuando se mudó a Ámsterdam. Con Ulay mantuvo una relación profesional y personal, y hasta 1988 viajaron y actuaron juntos explorando las nociones de cuerpo e identidad de género. Entones decidieron poner fin a su relación con un impresionante encuentro en la Gran Muralla china. Comenzando por los extremos opuestos, ambos siguieron una ruta a pie de 2.500 km que tuvo una duración de tres meses. Ella partió del Mar Amarillo y Ulay del Desierto de Gobi, y se encontraron a medio camino para despedirse.
En 1997, Abramović recibió el León de Oro como mejor artista en la Bienal de Venecia. Uno de sus proyectos más famosos y emotivos “The Artist Is Present”, tuvo lugar en 2010 en el Museo de Arte Moderno (MoMa) de la ciudad de Nueva York. En la actuación, se sentó en silencio en una silla dentro del museo durante siete horas cada día durante tres meses. Cualquier visitante podía sentarse frente a ella y Abramović, sin pronunciar palabra, le devolvía la mirada. Fueron muchos los que esperaron durante horas en largas colas para intercambiar un momento de silencio con ella. La artista dijo en una ocasión: “Creo que la comunicación comienza cuando las palabras no están presentes en absoluto… Ponemos mucho énfasis en el lenguaje y, en realidad, el silencio es mucho más importante”.
A través de su trabajo, Abramović experimentó una exploración constante del dolor y del miedo, aprendiendo a aceptarlos. Conocida también como la “abuela del arte de la performance”, filántropa, escritora y cineasta, fue pionera en una nueva noción de identidad al contar con la participación de observadores, centrándose en los límites físicos del cuerpo. En 2007 fundó el Marina Abramović Institute (MAI), una fundación sin ánimo de lucro para el arte escénico. A día de hoy sigue creando proyectos relacionados con la audiencia, el tiempo y el espacio, forzando su cuerpo y su mente hasta el límite, creando experimentos en vivo sobre la existencia y el alma humana.
Autora: Thomai Gkiata
A la escritora Marguerite Yourcenar (1903-1987) se la conoce principalmente por ser la autora de la célebre Memorias de Adriano y por haber sido la primera mujer en entrar en la Academia Francesa, no sin la oposición virulenta de algunos de sus colegas, que incluso se llegaron a resistir a su entrada alegando que no debían cambiarse las normas de la tribu. Aunque por supuesto no entró en tan distinguida academia por una sola novela, sino por el conjunto de su obra literaria, que incluye títulos como El tiro de gracia y Opus nigrum. Es una de las voces más indiscutibles de la literatura europea del siglo XX.
En realidad, Yourcenar no se llamaba Yourcenar sino Crayencourt y de dicho apellido tomó las letras para componer su nombre de pluma, que empezó a emplear siendo aún adolescente. Había nacido en Bruselas (Bélgica), en el seno de una familia aristocrática con aficiones intelectuales. La muerte temprana de la madre a causa de complicaciones en el parto convirtió al padre en el responsable único de su educación. La niña, que jamás asistió a escuela alguna, creció entre preceptores, al abrigo del estudio de las lenguas clásicas y en la afición precoz por la lectura de autores de renombre.
Creció en la vecina Francia y tuvo muy claro que quería dedicarse a la literatura. Aun en la veintena, en 1929 publicó su primera novela, Alexis o el tratado del inútil combate, donde bajo la apariencia de una novela epistolar indagaba en el tema de la homosexualidad. Mientras su obra magna, la novela histórica Memorias de Adriano, vería la luz en 1951, cuando ya se halla en plena madurez literaria. En sus páginas recrea con brillantez la vida del emperador romano a través de una larga carta escrita por su nieto adoptivo y sucesor, Marco Antonio. La obra cosechó en su día un gran éxito y proporcionó a Yourcenar fama mundial. Virtuosa en el uso de la lengua, sus obras destilan firmeza y elegancia.
La Segunda Guerra Mundial la invitó a huir de la agitada Europa y en 1939 se instaló en Estados Unidos. En esa nueva etapa trabajó como profesora en un college femenino e incluso dio clases de literatura en la Universidad de Nueva York. Viviría allí junto a su compañera, Grace Frick, hasta la muerte de esta. La pareja pasaba los veranos en la costa de Maine y en los años 50 se instalaron allí definitivamente, en concreto en la isla Mount Desert. Yourcenar se dedicó asimismo a dar conferencias por Europa y a viajar, una de sus grandes aficiones. De hecho, en los años 50 visitó España. En los últimos años lo hizo en compañía de un joven fotógrafo, con quien llegó a ir a Japón y a la India. Fue también traductora de autores de la talla de Virginia Woolf (a quien conoció personalmente), Mishima o Henry James.
Autora de tres volúmenes de memorias, en la actualidad la Universidad de Harvard atesora su legado y también en su ciudad natal le ha sido dedicado un centro de documentación. Sus restos mortales descansan en la isla donde escribió algunas de sus obras cumbre.
Autora: Mª Ángeles Cabré
La bioquímica asturiana Margarita Salas contribuyó enormemente al desarrollo de la biología molecular y, en concreto, al funcionamiento del ADN. Nacida en 1938, es decir en plena Guerra Civil, era hija de un médico que incentivó su interés por la ciencia. Se trasladó a Madrid para cursar estudios universitarios y en 1963 se doctoró en ciencias químicas por la Universidad Complutense con Alberto Sols, considerado el pionero de la bioquímica en España. Después se marchó a Nueva York junto a su marido, el químico Eladio Viñuela, para realizar su formación postdoctoral en el laboratorio de Severo Ochoa, quien la animó a dedicarse a la bioquímica.
De regreso a España en 1967, aún en plena dictadura franquista, su carrera científica estuvo marcada por la invisibilidad a que su condición de mujer la condenaba. Aun así, en 1968 se estrenó como profesora de Genética Molecular en la Facultad de Químicas de la Universidad Complutense de Madrid. Y cuando en 1977 se incorporó al Centro de Investigaciones Biológicas (CIB), lo hizo como Jefa de la línea “Replicación y Transcripción del DNA del bacteriófago Phi29”, un virus bacteriano que ya llevaba años estudiando. Su trabajo permitiría crear una tecnología que revolucionó las pruebas de ADN.
Margarita Salas es autora de casi cuatrocientos trabajos científicos, publicados en revistas de reconocido prestigio. Así, para aportar al español sus conocimientos, en 2003 ingresó en la Real Academia de la Lengua. Miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, fue presidenta del Instituto de España, presidenta de la Fundación Severo Ochoa y presidenta de la Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital Gregorio Marañón. Reconocida también internacionalmente, formó parte del Comité Científico Asesor del Max-Planck Institute für Molekulare Genetik de Berlín y del Instituto Pasteur.
En 2007 se convirtió en la primera mujer española que ingresó en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. Y en 2016 fue la primera mujer en recibir la Medalla Echegaray otorgada por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. También es doctora honoris causa por diversas universidades. En los últimos años de su vida fue profesora Ad Honorem del Centro de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” (CSIC-UAM), del que fue directora.
La democratización del país y la creciente visibilización del trabajo de las mujeres en campos como la ciencia, permitió que en la última etapa de su carrera recibiera numerosos premios, entre los que cabe destacar el Premio Rey Jaime I de Investigación Científica y Técnica (1994) y el Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal (1999). Asimismo, en 2014 el Consejo General de Colegios Oficiales de Químicos de España le concedió el Premio a la Excelencia Química. Falleció en 2019 y su trayectoria sirve de ejemplo para muchas de las jóvenes con vocación científica.
Autora: Mª Ángeles Cabré
La que hasta la fecha más destaca de entre las filósofas españolas es sin duda la malagueña María Zambrano, nacida en 1904 y fallecida en Madrid en 1991 tras sufrir largos años de exilio y residir en diversos países de ambos lados del Atlántico. Hija de maestros, su infancia transcurrió en Segovia, donde el padre había sido destinado. Instalada la familia en Madrid, cursó allí Filosofía y Letras en la Universidad Central y fue discípula de Ortega y Gasset, moviéndose en el entorno de Revista de Occidente. En 1931 fue nombrada auxiliar de Xavier Zubiri en su cátedra de Historia de la Filosofía, puesto que ocupó mientras redactaba su tesis doctoral sobre Spinoza, que por cierto dejó inconclusa. También impartió clases de filosofía en la Residencia de Señoritas dirigida por María de Maeztu.
En el ambiente moderno de los años de la Segunda República estuvo en estrecho contacto con poetas como Cernuda y pintoras como Maruja Mallo, con quienes compartía generación e inquietudes, mientras dejaba de lado al veterano maestro Ortega y a sus afines, que acabarían mostrando filiaciones fascistas. Cuando en 1936 estalló la guerra civil, se posicionó claramente al lado del legítimo gobierno republicano e incluso colaboró en la redacción del manifiesto de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura (AIDC). Ese mismo año se casó con un historiador y, al ser este nombrado secretario de la embajada española en Chile, vivieron allí una temporada. De regreso se instalaron en Barcelona y Zambrano dio una temporada clases en la universidad, hasta que esta cayó en manos de los sublevados. Entonces comenzó su largo exilio.
En primer lugar, como tantos y tantas cruzó la frontera francesa. El periplo prosiguió cruzando en barco el océano en una de esas infinitas travesías: Chile, México, Puerto Rico y Cuba. Zambrano se ganaba entonces la vida impartiendo seminarios y conferencias, mientras dedicaba las horas a sentar las bases de su filosofía, centrada en la razón poética, según la cual todos poseemos en nuestro interior un ser codificado por la palabra poética, que la conciencia va progresivamente revelando. Un pensamiento cercano a la mística y que va más allá de la razón discursiva. Se traduciría en obras como Hacia un saber del alma, Claros del bosque o Delirio y destino. Su matrimonio no había durado y en 1948 regresó a Europa en compañía de su hermana Araceli, de quien ya no se separaría. Fue en Roma donde permaneció más años. Allí su casa, repleta de gatos, se convirtió en destino de intelectuales italianos, exiliados y demás visitantes letraheridos.
A principios de los setenta su hermana falleció y María se trasladó a Francia, donde siguió recibiendo a quien se interesaban por su trabajo y su figura. Después de instalaría en Suiza. Tras una vida itinerante en la que sus raíces fueron los libros y la búsqueda del conocimiento, le tocaba ahora gozar de las mieles de su merecido prestigio. En 1981 recibió el Premio Príncipe de Asturias y en 1984 se instaló en Madrid, tras casi medio siglo de exilio y una vida marcada por perennes problemas de salud, así como por la precariedad económica. En 1988 fue galardonada con el Premio Cervantes, siendo la primera mujer en recibirlo.
Autora: Mª Ángeles Cabré
Si hay un espacio artístico en el que las mujeres parecer hallar una resistencia numantina, esa es la composición de música docta, donde topamos con la más vergonzante infrarrepresentación. Una gloriosa excepción es la finlandesa Kaija Saariaho, nacida en 1952 en Helsinki, aunque desde los años ochenta reside en París, y apreciada como una de las compositoras contemporáneas más relevantes.
Tal es la falta de compositoras a nivel mundial que su ópera L’amour de Loine, estrenada en el Festival de Salzburgo, fue la primera de una mujer que se estrenó en la Metropolitan Opera de Nueva York. Eso sucedió en el año 2000 y le brindó la fama. Entre sus obras podemos mencionar Verblendungen -para orquesta y cinta magnetofónica-, Solar -que se inspira en la literatura de Balzac y en un poema de Saint-John Perse-, Io -para ensemble, cinta magnetofónica e instrumentos electrónicos- y Noa Noa -para flauta y sonidos electrónicos-, así como diversas piezas orquestales agrupadas bajo el nombre genérico Du cristal.
No había en su familia antecedentes musicales y creció escuchando la radio e imaginando melodías. Después de inclinarse por las artes visuales, a los veinte años decidió cuál sería su destino y se presentó en la Academia Sibelius de su ciudad natal para cursar estudios de composición, donde fue alumna del maestro Paavo Heininen tras insistirle mucho, a pesar de que en clase no había ni una sola chica. Completó estudios en la Escuela Superior de Música de Friburgo (Alemania). Y se formó asimismo en el Instituto de Investigación y Coordinación de Acústica y Música (IRCAM) que fundó el director de orquesta y pedagogo Pierre Boulez en la capital del Sena. En la actualidad, es su coordinadora.
Se dice que su música está íntimamente conectada con el universo, ya sea porque siendo oriunda de un país escandinavo creció en una estrecha relación con la naturaleza, ya sea porque ha cultivado intelectualmente ese interés. Asimismo, la frialdad nórdica dota a su música de un halo misterioso y cósmico. Musicalmente se inclinó en un principio por el serialismo, una corriente contemporánea que le ofrecía más posibilidades en función de sus gustos, pero se cansó de ella. Su objetivo siempre ha sido mezclar lo tradicional con lo moderno y en sus creaciones se sirve de los ordenadores como una pieza esencial. Comprometida con las nuevas formas de creación musical, Saariaho lleva años experimentando con la música electrónica, que le permite alcanzar nuevos efectos acústicos que los instrumentos musicales clásicos no le brindan.
A lo largo de su carrera ha recibido diversos encargos y sus composiciones se han podido escuchar en los escenarios de más prestigio del mundo, incluido el barcelonés Palau de la Música Catalana. También, como no podía ser de otro modo dado su concepción global del arte, participa en creaciones multimedia. Ha recibido premios de altura como el Prix Italia, el Polar Music Prize y hasta un Grammy.
Autora: Mª Ángeles Cabré
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